martes, 27 de octubre de 2009

REFLEXIÓN: "EL NIÑO CON DISCAPACIDAD MOTORA VS. LA INCLUSIÓN ESCOLAR TEMPRANA"



Desde el principio cuando una familia tiene a cargo un niño con discapacidad motora se precisan cuidados y atenciones especiales; los padres comienzan a recibir información acerca de cómo comportarse y cómo manejar aquella situación no esperada. Es por ello que muchos de estos padres generan una actitud de dependencia con los médicos pues creen que son estos quienes tienen las respuestas y las decisiones más oportunas para sus hijos, creando de alguna forma una pasividad que los convierte solo en personas a la espera de nuevas indicaciones.

Seguidamente, el niño (a) queda ubicado en el lugar del que “no puede, no sabe” y se corre con el gran error de sobreprotegerlo logrando así una limitación real. Por otro lado se parte de la idea de que si el niño tiene una discapacidad física entonces también tiene una discapacidad para actuar, pensar y sentir por sí mismo.

Ahora bien, siguiendo la misma línea de ideas y siguiendo el desarrollo por el cual atraviesa todo niño o niña, es importante rescatar que en muchas ocasiones los padres de este niño deben afrontar la realidad y reconocer que el ingreso a la escuela es una de las opciones que debe pensarse con detenimiento, teniendo en cuenta las verdaderas posibilidades y capacidades de su niño (a) y que sólo ellos a través de la orientación que reciban de profesionales expertos (Psicología, Fonoaudiología, Terapia Ocupacional, Terapia Física, entre otros.) podrán elegir la opción de la institución educativa más adecuada para ellos. Y es aquí donde entran a jugar principalmente los derechos de los niños (contemplados en la ley 1098 de 2006 que dictamina la Ley de Infancia y Adolescencia), igualmente cuando una institución no permite o rechaza el ingreso de estos niños y al verse vulnerados estos derechos, se puede acudir al ICBF, el cual permite o atiende aquellas denuncias de atropello contra esta población específicamente niños y niñas en situación de discapacidad (1).

Partiendo de aquella orientación profesional y de aspectos del desarrollo destacados como importantes y necesarios para las actividades cotidianas como la interacción y educación, es preciso caracterizar como se presenta el lenguaje en los niños con discapacidad motora, debido a que este será el medio por el cual se establecerán relaciones con pares y demás en los diferentes contextos y específicamente en el aula, e igualmente será este el lenguaje el medio para la adquisición de conocimientos o de aprendizaje.

Es por esto que en niños con discapacidad motora se pueden diferenciar: un nivel de desarrollo del lenguaje, normal o superior, un ligero déficit lingüístico y un retraso grave del lenguaje (2). A nivel de desarrollo fonológico se puede evidenciar un retraso en los niños con discapacidad motora en comparación con niños y niñas sin esta discapacidad, sin embargo estos niños pueden progresar y anular aquel retraso.

En cuanto al desarrollo morfosintáctico, igualmente en algunas ocasiones se puede ver un retraso con respecto al desarrollo normal, conllevando a una simplificación del discurso aun cuando se posee el nivel psicolingüístico para construir frases completas y se evidencian alteraciones importantes de la prosodia caracterizadas por pobreza expresiva.

En los aspectos pragmáticos del lenguaje, se puede relacionar la discapacidad motora con la limitación en el empleo de las funciones lingüísticas, las escasas interacciones con diferentes interlocutores y la dificultad para mantener un dialogo o iniciarlo. Hay que tener en cuenta el papel y la importancia que tiene el interlocutor, pues este aporta para lograr identificar aquellos problemas del lenguaje, y se debe tener en cuenta: ritmo de comunicación utilizado por éste, nivel o grado de escucha e interés por la interacción (3).

Partiendo de estas características y en relación con la educación, se puede decir que muchos de los niños y niñas que presentan discapacidad motora pueden ser admitidos en la educación regular, teniendo en cuenta que el nivel del lenguaje deberá ser de buen nivel y el habla ligeramente disartrica. Se considera que estos niños y niñas presentarán desventajas en la realización de tareas, debido a que pueden ser más pausados.

Las dificultades expresivas pueden ser consideradas como obstáculos para la lectura y la escritura, porque los errores articulatorios hacen que el feedback del niño o niña sea difusa y por ende se vea comprometido el paso a la lengua escrita, siendo esta lenta, con muchas fallas de fragmentación, de grafismos, de dactilografía y de redacción espontánea.

En los casos donde la disartria es más severa y el discurso o el habla se torna ininteligible, es necesario que la institución educativa cuente con instrumentos técnicos que le permitan al niño o niña el aprendizaje y el desarrollo de la lectura y la escritura, sin dejar de lado aquellas adaptaciones que deberán realizar los maestros como: la tolerancia hacia los aparatos o tecnología utilizada, la insistencia del contacto visual durante el habla con la niña o niño con discapacidad motora, deberán tener en cuenta que la técnica vocal y la voz empleada será la retroalimentación para el niño o niña, entre otras(4).

1. http://www.icbf.gov.co/Tramites/denuncias_peticiones.html#denuncia

2. Puyuelo, Miguel, Póo, Pilar, Basil, Carmen y Michel Le Métayer, LOGOPEDIA EN LA PARALISIS CEREBRAL, Editorial MASSON, S.A., 1996, Pág.: 30.

3. Puyuelo, Miguel, Póo, Pilar, Basil, Carmen y Michel Le Métayer, LOGOPEDIA EN LA PARALISIS CEREBRAL, Editorial MASSON, S.A., 1996, Pág.: 30,31 y 32.

4. Narbona Juan y Chevrie-Muller Claude, EL LENGUAJE DEL NIÑO desarrollo normal, evaluación y trastornos, Editorial: MASSON, 1997, Pág.: 234.

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